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La Escuela del Árbol fue fundada en 1992 con el deseo de generar una institución que favoreciera el crecimiento integral y sano de los niños y las niñas. 
Un lugar verde y amplio, que les ofreciera la certeza de ser respetados en sus necesidades y tiempos y la posibilidad de desplegar sus interrogantes ofreciéndoles los medios que les permitieran resolverlos. 

Un espacio que promoviera una actitud científica de investigación y descubrimiento en la resolución de situaciones problemáticas y una actitud reflexiva, filosófica, donde no sea la cultura la que asimile al niño sino que sea éste quien se nutra de aquella.

Del Jardín de Infantes a la Escuela Primaria


El primer espacio fue el Jardín de Infantes y de allí en adelante fuimos creciendo con nuestros alumnos y alumnas en un marco de reflexión y ajuste permanente en nuestra labor. Hoy, luego de ver a varias camadas de egresados/as de 7º grado, podemos afirmar que estamos en el camino correcto, aquel que permite alcanzar un alto nivel académico, asociado a un aprendizaje placentero y activo, relacionado con el mundo que nos rodea.

Docentes y familias hemos construido una comunicación franca y permanente que favorece la tarea de desarrollo de los chicos y las chicas,  a través de aprender desde la reflexión y la vivencia.

Sabemos que no todos llegan al mismo lugar de la misma manera y al mismo tiempo y nos preocupamos por valorar esas diferencias como enriquecedoras para el grupo en lugar de promover la competencia sin sentido del "Yo primero, yo más o yo mejor...". Favorecemos al máximo el desarrollo de las potencialidades en cada una de las áreas de trabajo, valorando las posibilidades y aceptando las limitaciones de cada alumna/o.

Realizamos por ello un seguimiento individual, compartido con la familia, para apoyar y estimular a cada niño/a desde su propia potencialidad, promoviendo la participación activa de los chicos y las chicas en proyectos de diversa índole, acordes a sus intereses y a los contenidos que favorezcan actitudes positivas con relación a su entorno social y al medio ambiente.

El afecto y la reflexión se deben asociar ya que la información no es menos valiosa que la formación, los contenidos son el argumento del aprendizaje y unos y otros hacen a la condición humana, promueven el valor de lo social y forman integralmente seres capaces de actuar con el otro y para otros. 
Por eso el diálogo es la base en la resolución del conflicto, tanto en el ámbito grupal como individual; y el límite es el marco que permite el crecimiento personal y social.

Sabemos que al sentirse respetados/as mantienen el gusto y el interés por aprender.  Valoran lo intelectual y lo emocional con los mismos parámetros, conjugando la creatividad con el aprendizaje, espontánea y sostenidamente, pudiendo incorporar el pensamiento científico y filosófico como un estilo de vida. Logran desarrollar un criterio amplio para la significación de la cultura y el conocimiento valorando, con sentido crítico, el papel de ser humano frente a todo ello.
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